martes, 11 de agosto de 2009

La memoria de Putis: De la “piscitumba” a un Campo Santo

“Hermano mío no me vayas a olvidar, hermano y hermana nunca me olviden; en el fondo de tu corazón siempre me vas a guardar, estés donde estés guárdame en tu memoria” (Canción de Telésforo Huashuayo, “Si no vuelvo, búsqueme en Putis”).[1]

El pasado viernes 26 de junio en la ciudad de Ayacucho, mientras me dirigía a comprar el boleto de regreso para Lima, escucho el gemir de una guitarra y la voz nostálgica de un gran amigo, Abilio Soto Yupanqui, músico y folklorista ayacuchano, quien se encontraba en el escenario de una radio-teletón, haciendo vibrar su quru guitarra (guitarra mocha), sumándose a la campaña de “Solidaridad y Justicia para Putis: Ayúdanos a construir nuestro Campo Santo”, en el parque María Parado Bellido, frente a la antigua cárcel de Ayacucho. El evento fue organizado por la Asociación Paz y Esperanza, el Consorcio Projur y la Comisión Multisectorial para la Reconstrucción de Putis. Además, en el acto se podía distinguir diversas personas que miraban con tristeza la exposición fotográfica y artística de la violencia política, había bolsas de cemento y ladrillos donados por el público, y una caseta donde la gente se acercaba a colaborar con dinero de acuerdo a su alcance.

Escribir sobre la memoria de la barbarie ocurrida en el pueblo de Putis, localizada en el distrito de Santillana, en las alturas de Huanta, Ayacucho, es muy doloroso; sin embargo, lo intentaré, a través del recorrido de las letras de una poesía testimonial: Putis Llaqta/ Pueblo de Putis, cuya autora es la profesora Felicitas Pozo Chávez (Huanta - 1946), de la Asociación de Quechua de Letras y Artes Ayacucho-Chanca (QANTU). La poesía fue publicada en el boletín n ° 3 de Qantu, el 12 de setiembre de 2008, en la ciudad de Ayacucho. La poesía comienza con un sentido humanitario y muestra de solidaridad con el pueblo de Putis y sus deudos.

Tukuy tiqsi muyun/ Todo el mundo
riqsiykusunki/ ya te conoce
pitaq mana waqaykuspa/ quien no llora
hukllawakusunkichu./ y se solidariza contigo.


Foto 1: El pueblo de Putis en las alturas de Huanta. Foto de Alain Wittmann.

En Putis fue hallada la fosa común más grande de “ejecución extrajudicial” que conocemos hasta el momento como obra del Ejército Peruano durante el periodo de la violencia política desarrollado en el Perú, entre 1980 y 2000. Según la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) en Putis, fueron asesinadas 123 personas por los militares, en diciembre de 1984. De ellos, diecinueve eran menores de edad.[3]

Putis llaqtallay/ Querido pueblo de Putis
imayna yana sunquraq/ como será el negro corazón
pipa kamachisqanraq/ y quienes darán órdenes
chay wayrurukuna/ a aquellos militares.

Hasta los comienzos de la guerra, Putis era un pueblo abandonado en los confines de nuestra serranía. Quizá por eso fueron los miembros de Sendero Luminoso (SL) los primeros foráneos en llegar a Putis, luego llegaron los militares persiguiendo a los senderistas. En respuesta, los de SL elevaron sus acciones asesinando al teniente gobernador de Putis y más tarde obligando a los campesinos a abandonar su comunidad para moverse a las “retiradas” en los cerros; por eso, los militares vieron a los campesinos como “terrucos”, cómplices de los senderistas.

Manachu mamayuq,/ No tendrán madre,
manachu paniyuq,/ no tendrán hermana,
manachu wawqiyuq,/ no tendrán hermano,
chay suqru butaskuna/ ésos que calzan botas.

Cuando los militares establecen su base en Putis convocan a los campesinos a retornar al pueblo, les ofrecen seguridad y desarrollo, construyendo una “piscigranja”. Los campesinos creen en el ofrecimiento y retornaron, cavaron la inmensa fosa durante tres horas y luego fueron reunidos en varios grupos. Fue entonces que los militares los dispararon a matar para luego enterrarlos en la fosa excavada, al mismo estilo nazi.

Wiksanku ukupi/ Con su hijito
wawachantinta,/ en su vientre,
kuchuykunankupaq/ por qué los cortaron
balyaykunankupaq./ por qué los balearon.


Foto 2: Juan Carlos Tello, iniciando el trabajo de excavación, junto con Katya, Franco y Karin. Foto de Alain Wittmann.

En mayo y junio de 2008, los miembros del Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), por encargo de la Segunda Fiscalía Penal Supraprovincial-Ayacucho, realizaron, como Peritos Oficiales, la Diligencia de Exhumación de cinco Fosas ubicadas en la localidad de Putis. Entre fines de agosto y comienzos de setiembre, el EPAF realizó la exposición de centenares de prendas y objetos personales de los restos hallados en las fosas comunes de Putis, no solo para que los familiares puedan ayudar a identificar a sus deudos, sino también para denunciar públicamente esta barbaridad y la necesidad de hacer justicia. La exposición se dio en la ciudad de Huanta, en el distrito de Santillana y en la misma localidad de Putis.

Manacha runaqa/ Ser humanos
kanmanchu/ no creo que sean
warmachakunata huñuykuspa/ aquellos que juntaron
kañaqkunaqa./ niños e incineraron.

Lo más doloroso de la exposición fue quizás ver las ropitas de los niños. Esta exhibición itinerante fue registrada por el fotógrafo peruano Domingo Giribaldi, que en noviembre de 2008, se expuso, por primera vez, el testimonio visual titulada: “Si no vuelvo… búsquenme en Putis”, en la galería de la imagen, en la ciudad de Lima. Desde entonces la muestra fotográfica ha recorrido por el interior del país, para sensibilizar a los sectores insensibles y al público visitante, por los EEUU y Europa, para sensibilizar a la comunidad internacional.

Pampasqa pachakunapim/ Entre las ropas exhumadas
kasqa waknaña/ están los pañalitos,
pañalchakuna, uya watachakuna/ pañuelitos de cara
añilluchankuna, pili milipas./ anillos y pili milis.

Foto 3: Los familiares de las víctimas reconociendo las prendas de sus deudos en el sitio de Mashuacancha en Putis. Foto de Domingo Giribaldi.

Hasta ahora, Putis sigue viviendo en la indiferencia, exclusión e invisibilidad ¿Cómo es posible? Es una muestra todavía de la continuidad de nuestro país fragmentado social y culturalmente. Los asesinados de Putis eran campesinos quechua hablantes y alto-andinos; no tenían documentos de identificación; es decir, ni siquiera existían legalmente, no eran ciudadanos peruanos; quizá por eso, el desprecio a sus vidas por parte de quienes los ejecutaron; quizá por eso, aún hay indiferencia, nos cuesta recordar este suceso; quizá por eso, la memoria como deber aún no es posible; quizá por eso, el amor por la humanidad, por la justicia y la verdad, aún no es parte de nuestra cultura de vida.

Wayqachaypi kuka kintu/ Coca quinto de mi bolso
willaykullaway yachachkankim/ comunícame tu saber
maypitaq tariyman/ dónde se puede encontrar
justicia nisqankuta/ esa justicia que llaman.

Así mismo, los familiares de las víctimas no han hallado respuesta explícita desde el Estado respecto a lo que pasó realmente con sus deudos. Este caso, como muchos otros aún es parte de la agenda pendiente. Si bien el Estado tiene obligación de investigar cualquier tipo de crimen de violación a los derechos humanos durante el periodo de la violencia, se hace necesario que establezca la búsqueda, recuperación, identificación y restitución de las víctimas bajo un “paraguas humanitario”[4], es decir, que vaya más allá del protocolo judicial o de la agenda política, utilizando los elementos de la “justicia restaurativa y retributiva”, con la participación de los afectados o los familiares de las víctimas, para garantizar la confianza en el proceso judicial y así ayudar a cerrar el ciclo de duelo, con la restitución de los restos de sus seres queridos, en un acto de reparación simbólica.

Foto 4: Los forenses del EPAF en pleno trabajo de recuperación de los restos de las víctimas. Foto de Alain Wittmann.

Además, la búsqueda humanitaria no perjudica la judicialización, siempre y cuando la recuperación de la evidencia en el proceso de la búsqueda se haga de manera protocolizada. El “paraguas humanitario” favorece el dar respuesta, mientras que los procesos judiciales por definición obtienen evidencia y por su naturaleza, los procesos no siempre tienden a dar respuesta, convirtiendo a los familiares de las víctimas en rehenes de la justicia. Los responsables de la masacre en Putis tendrán que explicar a los familiares, a los/as peruanos/as, a la historia, ¿porqué cometieron esta masacre? Los encubridores y cómplices, que ocultan los nombres de los asesinos, tienen mucho que decirnos. Sin embargo, tarde o temprano la diosa Alethia revelará los secretos de esta ejecución tan vil; mientras tanto, con la ayuda de la diosa Mnemósine, nos mantendremos vigilantes para que este acontecimiento se esclarezca y no quede en el olvido.

A fines de agosto de 2009, con ocasión del VI Aniversario de la CVR y el Día Internacional de los Desaparecidos, se tiene previsto enterrar los restos de las víctimas asesinadas en Putis. Será una caravana de solidaridad que prevé actividades culturales, misa y velorio, tanto en la ciudad de Ayacucho como en la ciudad de Huanta, para finalmente realizar el entierro de los restos en un Campo Santo construido en la comunidad de Rodeo del Centro Poblado de Putis. En el evento participarán las organizaciones de familiares de víctimas, los movimientos ciudadanos por los derechos humanos, autoridades gubernamentales y ediles, y personalidades reconocidas del país y de la comunidad internacional. Será una fecha de conmemoración en el que podamos regocijarnos y construir memorias para la reconciliación social y con ello a la restitución del tejido social ¡Acompañemos a cerrar un capítulo de la memoria de Putis!
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[1] Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), Fotos Domingo Giribaldi. Si no vuelvo, búsquenme en Putis. Lima, 2008. El artículo fue publicado en la Revista Ideele Nº 194 (http://www.revistaideele.com/node/522). Agradezco a José Pablo Baraybar y a Carmen Rosa Cardoza por sus comentarios y sugerencias al borrador del texto. Mucho del análisis sobre el “paraguas humanitario” se la debo a él y a ella. Amplio también mi agradecimiento a Ruth Borja Santa Cruz, por sus valiosas apreciaciones.
[2] Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, “Ejecuciones extrajudiciales en Putis (1984)”, 2003, tomo VI, pp. 134-145.
[3] José Pablo Baraybar y otros, “The need for a centralized and humanitarian – based approach to Missing Persons in Irak: an example from Kosovo”. En: The International Journal of Human Rights, September 2007, 1364-2987:265.

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